Mayores al volante.

Los mayores de nuestra sociedad, con quienes compartimos este tiempo de la historia, han sido testigos de épocas menos avanzadas, donde la seguridad, incluso la supervivencia se movía en niveles, que en la actualidad, nos cuesta imaginar.

En ocasiones personas de mayor edad presentan mejores condiciones que otras con edades cronológicas más bajas. Pero nuestras facultades se resienten con el envejecimiento: los reflejos, la vista y el oído o la atención no responden ahora como hace unos años. Es cierto que estos cambios no se producen de una forma brusca, de un día para otro, si no de manera progresiva, muy poco a poco, casi sin darnos cuenta. Por eso tienen tanta importancia las revisiones médicas: sirven para detectar nuestros “niveles” y actuar en consecuencia. Sólo conociendo perfectamente nuestras condiciones físicas podremos tomar las medidas oportunas. En todo caso, hay situaciones que son evidentes: para cruzar una calle se necesita más tiempo que antes, incorporarnos a una vía exige más comprobaciones, subir al autobús cuesta cada vez más…

Es responsabilidad de la sociedad facilitar su adaptación, compartir su esfuerzo y es responsabilidad de los mayores reconocer y admitir esas necesidades.